Un lector en Buenos Aires se despierta con los párpados hinchados, los ojos como tajos de Lucio Fontana en una tela amarillenta que lejos quedan del bronceado que alguna vez existió. El color de ojos está más claro que de costumbre, un derrame se acerca peligrosamente a la pupila. No es bueno arrancar un lunes así…
El mismo lector antes de salir de su casa, agrega a su cartera tres libros pequeños de textos cortos… Sabe que la novela que está leyendo deberá esperar -por lo menos- hasta la noche, cuando los ojos vuelvan a su lugar.
y cuadernitos…
y como varia de acuerdo a tiempo y al espacio, efectivamente son tres.
ja!