Un lector en Buenos Aires puede levantarse de mal humor. De muy mal humor. Puede no atender el teléfono o puede decir “Estoy de mal humor, no quiero hablar” y cortar. Este mismo lector puede enojarse consigo mismo y entonces privarse de leer y rehusarse a agarrar un libro…
Pero lo que seguramente este lector terminará haciendo hoy domingo, y es por eso que en el fondo sabe que tiene salvación, es leer y leer y leer hasta que los ojos ardan. Nanannanana I wanna be sedated!