
En el Reino de Ch´i vivía un viejo pintor.
Su obra maestra era una alta y delgada tela,
sobre la que estaba la figura de una hermosa,
hermosa mujer, que no tenía corazón.
“No es posible –se dijo-.
Está incompleta.”
Entonces le puso un órgano con cuerdas,
espacios, formas y armonías,
y la capacidad de ser buena, sentir y amar.
Pero la mujer, viendo que sólo era una tela pintada,
aunque de corazón viviente,
se vengó del pintor,
y lo mató.
Chang Tiza. Ducado de Ts´in.
Alberto Laiseca en Poemas Chinos. Editorial Gárgora.