Me adelanto un día porque mañana domingo estaré desfilando por casas y madres. No dejen de leer esta microficción, a mí me emociona…
Siempre imagino que mi madre tiene nada más que venticinco años (la edad que ella tenía cuando yo nací), de ahí, que me enfurezca si la oigo arrastrar los pies, cloquear, toser o pensar como una vieja. No entiendo por qué a los venticinco años le han salido arrugas ni me explico cómo siendo tan joven se acuesta tan temprano.
Si en algún momento de pavorosa lucidez advierto que es una vieja, tal descubrimiento me llena de horror, por lo cual trato inmediatamente de expulsar dicho conocimiento de la luz de mi conciencia, de manera que en seguida recupera sus venticinco años.
Ella me trata a mí continuamente como si yo fuera una niña, por lo cual nos entendemos perfectamente.
No insisto en crecer, porque sé que es inútil: para nosotras dos, el tiempo se ha estacionado y ninguna cosa en el mundo podría hacerlo correr. Moriré de cinco años y ella de venticinco: a nuestros funerales asistirá una muchedumbre de ancianos niños y de niños que jamás llegaron a crecer.
Crianzas de Cristina Peri Ross.
Qué fuerte.
Te felicito por la elección.
Es precioso. Gracias por compartirlo.
Segun Erich Fromm en El Arte de Amar … es el mas sagrado de todos los vinculos emocionales ..esta microficccion es fantastica .Tengo la suerte de tener una relacion estrecha y especial con mi hija que ambas construimos todos los dias .Nos unen miradas ,lagrimas ,risas ,aromas ,poemas …tenemos una conexion especial .Te quiero Ga
Una pasada